Decepción
ante el comentario casi despectivo sobre la persona de Radamel Falcao en su
edición del martes, 11 y en la columna de opinión El Acento. En ella hablaban
de las “estrellas divergentes” del fútbol y en las dos veces que nombraron a
Falcao, usaban su nombre como una peste familiar: “crucificado por sus padres
colombianos con el nombre de Radamel” y, en otro apartado, “(¿quién perpetraría
tal bautismo?”. ¿Qué pasa con el nombre de Radamel? ¿Les parece raro? ¡Pues a
mí me encanta! Si la crítica al nombre partiera de una firma concreta,
entendería perfectamente el menosprecio hacia el mismo, pero era una editorial
que, pienso, debería de ser neutral. Y más refiriéndonos a los nombres, donde,
los padres, intentan buscarlos por medio de algún acontecimiento o cariño o
parentesco o afición o relación que marcaron sus vidas. Piensen un poco; ¿cómo
les sentará a sus padres leyendo este artículo? ¿Y al propio Radamel Falcao?
¡Es su nombre! Radamel puede ser tan bonito o más que Luis, Gervasio,
Gumersindo, Filomeno, Antonio, Blas, Roberto, Iker, Cristiano, Lionel, etc. De
todas formas, gracias por el relato; el nombre de Radamel será protagonista de
uno de mis relatos para el periódico local en el que escribo.
Maceda. Mércores, 12 de decembro
de 2012
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